Desde siempre fui una persona solitaria. Al ser la única hija mujer, tenía mi propia pieza. Al ser la mayor, me fui a estudiar sola y nadie siguió mis pasos. No compartí habitación ni departamento, siempre hice lo que quise y tuve mi privacidad.
Llegó el tiempo de compartir y con mucho esfuerzo me adapté. Pero eso llegó a su fin y nuevamente estoy acá, sola, aislada, pero con una gata.
A veces me preguntan si la estoy pasando bien, aislada del mundo por la pandemia. Y la verdad es que sí, no difiere mucho de mis experiencias que les acabo de contar. Pero a veces, sólo a veces, extraño esos momentos en que no era sólo yo y mis circunstancias.