Si lo amas, déjalo ir. Como a un gato, cuando más lo agarrás, más trata de escapar. Cuanto más querés que te haga un mimo, más difícil será. Como con un globo, si me aferro, lo estrujo para que no se me deslice, terminará explotando y lo perderé todo.
El aferrarse con demasiada intensidad asusta, aleja y se cumple lo que se temía en un principio.
Dejar ir genera ansiedad, miedo, porque quizás no vuelva nunca más. Un globo de helio, al soltarlo, se va. Y sólo vuelve al desinflarse, aterrizando en otro lugar, desconocido y lejano.
No hay comentarios:
Publicar un comentario