Aprendí a bailar abrazando antes de bailar suelta. Aprendí a bailar con otro, sentirlo, seguirlo, acompañarlo, retarlo y modificar, adornar y jugar sin caer.
El tango, dicen, es una danza rígida. Las parejas van derechitas, como palitos avanzando en un reloj. Pero hay algo más, una pasión, una emoción que se baila. Se aprenden las reglas estrictas, la estructura, las bases y pilares. Después, se tira todo, se modifica, se amolda, se rompe, se acomoda. Y ahí surge la expresión del corazón en tres minutos de canción.
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