jueves, 26 de noviembre de 2020

El primer día

 

Rodeada por el envolvente sonido de niños corriendo y gritando, me dispuse a enfocar a la protagonista de este día. Mientras observaba lentamente su mueca de felicidad, el silencio me devoró y me perdí en el mundo de la reflexión. Mi mirada bajó hacia la alegre y decorada muestra de afecto: una enorme torta repleta de variadas golosinas, banderines y un delicado moño violeta. Retiré mi foco de esa tentación de dulzura para dejar grabado, y para siempre, el último día de delantal, pero el primero sin él.

No hizo click, no hubo flash, nadie miró ni pidió ver cómo salió. Verifiqué en la pequeña pantallita que la foto hubiera efectivamente salido. Sí, y no estaba borrosa ni movida. Mi objetivo ya había sido cumplido y era hora de sentarme a disfrutar con el resto. Tomé la porción que me ofrecían con una sonrisa y, mientras volvió el sonido a mis oídos, me dediqué a saborear la felicidad del ambiente.


 

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